miércoles, 29 de junio de 2011

A culturizarse

No todo en esta vida va a ser trabajar y comer, ¿verdad?

Aprovechando la visita de mi santa esposa este pasado fin de semana, nos fuimos a la Tate Modern, que es un museo de arte contemporáneo situado a orillas del Támesis. El edificio que ocupa es una antigua central eléctrica, cosa que se intuye al ver el aspecto exterior del edificio.



Como la mayoría de grandes museos de Londres (British Museum, National Gallery, Tate Britain…), la entrada a la exposición permanente es gratuita. En cambio, para las exposiciones temporales hay que pagar. Ahora mismo hay una exposición temporal de Miró (ya sabéis, frigoríficos, lavadoras, teles de plasma ... lo siento, no lo he podido evitar):



Visitamos sólo parte del museo, que tampoco hay que pasarse, y menos con el arte contemporáneo (que me perdonen los entendidos).

Y es que a este tipo de arte me cuesta pillarle el punto. No acabé de entender lo de los dos cuervos clavados a la pared con una flecha.



En cambio lo de esta sala me gustó:



Por otro lado, llamarle a esto “Variantes de rojo”…



Una obra que me apetecía ver eran las pipas de girasol de Ai Weiwei.

Vayamos por partes. Ai Weiwei es un artista chino crítico con el régimen de su país (de hecho, hasta hace unos días estaba preso, y ahora está en libertad digamos que vigilada). Pues este señor hizo una obra (de arte, quiero decir), consistente en pipas de girasol hechas de porcelana.

En concreto, cien millones de pipas de girasol, que tapizaba la sala de turbinas del museo (llamada así porque allí se ubicaban las turbinas de la central eléctrica que era antes la Tate Modern). Hablamos de una sala de 1000 metros cuadrados. Cien millones de pipas de porcelana.

Según creo recordar, retiraron la instalación porque, entre otros motivos, la peña se llevaba las pipas a su casa (era como una alfombra, podías pasearte por encima y tal).

Ahora han dejado un “puñadito” de pipas en una de las salas del museo.





¿Que qué significado tienen las pipas? Por lo que pude leer, resulta que a Mao le suelen representar en China como el Sol, y al pueblo chino como girasoles que siguen a su líder. De ahí lo de las pipas de girasol, como representación del futuro de los girasoles (es decir, del pueblo chino).

Además, cada pipa está pintada a mano (cágate lorito), con lo que al haber fabricado tantísimas pipas de porcelana (como hacen los chinos, a lo grande) pero al mismo tiempo, de forma artesanal, transmite un mensaje de crítica al “Made in China”.

Es que hay que explicarlo todo, coño...

Por cierto, que en otro museo en el que estuvimos, la Somerset House, tienen unas esculturas del mismo artista. Son cabezas representando los doce signos del zodíaco chino.



El tigre acojona lo suyo, pero mola.



Pero lo bueno de una ciudad como Londres es que puedes encontrarte obras de arte hasta en los rincones más insospechados. En este caso, arte conceptual en el lavabo de un pub:



Otro día más, que noto que el blog se me está volviendo culturetas y no puede ser.

martes, 28 de junio de 2011

Hoy cocinas tú

O sea yo.

Para que demostrar que aquí no solamente se puede comer mierda, el otro día me puse el gorro de chef (metafóricamente) y me preparé una cena como Dios manda: dorada al horno.

Para preparar este delicioso plato necesitamos los siguientes ingredientes: una dorada (en inglés, "sea bream") bien fresquita:



Además, de guarnición, unas patatas ("potatoes"), una cebolla ("onion") y unos tomatitos ("little tomatoes"). ¡Ah! me olvidaba del aceite de oliva virgen y de la sal (sí, eso que parece un bote de Vim):



Como hacen los cocineros de la tele, para ganar tiempo ya os enseño la guarnición lista para ser introducida en el horno, que habremos precalentado a unos 190º.



Metemos las patatas con la cebolla en el horno, y dejamos transcurrir un tiempo prudencial. Se trata de ir controlando que las patatas se vayan haciendo. Durante este tiempo de espera es imprescindible no entablar una relación afectuosa con la dorada, ya que nos la vamos a acabar comiendo. Aunque nos ponga ojitos, ni caso.

Cuando veamos que las patatas ya empiezan a estar medio comestibles, sacamos la bandeja del horno (con cuidado de no quemarnos), ponemos la dorada y los tomatitos encima de las patatas (previamente sazonados al gusto), y volvemos a meterlo al horno. Dejamos transcurrir un tiempo prudencial, y voilà:



Note el lector los cortes efectuados en el lateral del cuerpo de la dorada. Estos cortes permitirán que el calor del horno penetre en el interior del animal y la cocción de su carne sea adecuada. Para una cocción óptima, es necesario que estos cortes se realicen con un ángulo de 27º respecto a la aleta dorsal del escualo. Recordadlo, es muy importante. Si no lo hacéis así, podéis tirarlo directamente a la basura.

Finalmente emplatamos:



Para acompañar este plato, nuestro sumiller nos recomienda un Chardonnay Blason de Bourgogne del 2009, de retrogusto amaderado y unas notas en boca de fresas y fruta de la pasión.

Que aproveche.

Güím-bel-don

Tengo un compañero de trabajo que es macedonio, que no es el nombre de un personaje de Los Fruttis, sino una nacionalidad.

Este chico es un fanático de los deportes. Es socio del Arsenal, y en él tengo depositadas todas mis esperanzas de poder ver un partido de la Premier League durante mi estancia aquí.

Pues bien, junto a otros compañeros del departamento, este chico consiguió entradas para Wimbledon. Les sobraba una, amablemente me la ofrecieron, y amablemente acepté tras pensármelo diez segundos.

Compraron entradas para la pista central. Eso nos daba derecho a ver tres partidos, que según el programa del día eran: uno de Serena Williams (la campeona vigente del torneo), uno de Roger Federer y otro de Novak Djokovic. Vamos, un espectáculo. Además, podíamos ir a ver cualquier otro partido de las pistas abiertas.

Jamás había estado en un torneo del Grand Slam. Bueno, de hecho jamás había visto un partido de tenis en directo. Y la verdad es que me encantó.

Ya al bajarnos del metro vi que todo lo que rodea al torneo es especial, empezando por el corte de pelo del tío que, megáfono en mano, te anunciaba cuánto te cobraba para llevarte en su taxi hasta el club (2,50 libras, lo repetía cada 10 segundos). Sí, es una pelota de tenis.



Como sólo eran 15 minutos de paseíto, nos fuimos a patita.



Al llegar, inspección de seguridad, y para dentro.

El club (All England Lawn Tennis and Croquet Club) es espectacular, todo está cuidado al mínimo detalle.





Tienen placas conmemorativas en muchos puntos del club, como esta de la pista 18, donde el año pasado se disputó el partido más largo de la historia, que duró 11 horas y pico (repartidas en tres días, eso sí).



Aunque suena a tópico, todo lo que rodea al torneo es muy tradicional y protocolario. Desde los vigilantes de la puerta del club ...



... pasando por el traje de los jueces de línea y de silla (que, por cierto, te puedes comprar en la tienda) ...



... hasta la manera de entrar en la pista de los recogepelotas:





Las pistas abiertas que mencionaba antes son las que salen en el vídeo. Como veis, están a "pie de calle", y puedes ver los partidos desde muuuy cerca. En estas pistas programan los partidos de los jugadores más flojos, a los buenos los ponen siempre en las pistas grandes, que son cerradas (en plan estadio, que son la pista central, la 1, la 2 y la 3).

Antes de que comenzaran “nuestros” partidos, pudimos darnos una vuelta por las instalaciones. Estaba a tope, y la gente aprovechaba para comer de picnic.





Vimos a Boris Becker, que ejerce de comentarista para la BBC. Está un poco fondón el hombre, para qué nos vamos a engañar.



Un rato antes de que comenzaran nuestros partidos, entramos en la pista central, para buscar nuestros asientos y tal.





El que saluda al final es Kostas, un compañero de trabajo que es como el yogur. No dulce y cremoso, sino griego.

Y a la hora prevista empezó el tenis. El primer partido, el de Serena Williams. Aquí tenéis a la moza, que me come bien:



Justo delante nuestro teníamos a dos señoras que eran super fans de Serena, no hay más que ver como se pusieron con el último punto del partido (que ganó Serena, claro). Nos echamos unas risas a su costa.





Después del primer partido, el plato fuerte: Roger Federer. He de decir que, en persona, me pareció bastante más alto y delgado de lo que parece en la TV.

Siguiendo con los tópicos, el tío ha nacido para esto del tenis, es una maravilla verle jugar. Pero es que es verdad. Parecía un padre jugando contra su hijo de 5 años. Una auténtica pasada. Aquí la gente le adora.



Tanto el partido de Serena como el de Roger (permitidme que les llame así, somos ya como de la familia) fueron entretenidos, sus respectivos rivales les plantaron un poco de cara, y hubo ratos de buen juego.

El que fue decepcionante fue el tercer partido, el de Novak (Djokovic). Por cierto, mi Novak no me come nada. Menudo fideo de tío.



Decía que el partido fue muy malo, porque el rival que tuvo era un paquete. Un paquete que juega en Wimbledon, todo hay que decirlo, pero un paquete. Lo único que sabía hacer era sacar a toda velocidad, y nada más. Un tostón de partido.

Por eso aprovechamos para salir y dar una vuelta por las pistas abiertas, donde pude ver a Albert Montañés y (un poco de refilón) a Lleyton Hewitt.



Y de vuelta a la central. Al acabar el partido de Novak, nos dieron una agradable sorpresa. Como Roger y Novak se habían pulido a sus rivales en un periquete, iba a venir María para que la viéramos jugar. Me refiero a María Sharapova, claro. Y no le íbamos a hacer el feo de irnos, ¿verdad?



Este partido también fue entretenido, la rival le puso ganas y estuvo bien. La verdad es que la Sharapova le pega a la bola que da miedo, menuda tía, con lo flaquita que es. Y qué gritos pega, desde el primer minuto, es un taladro.





Ni rastro de Nadal, por cierto. Lo busqué para darle una alegría a su mayor fan (mi señora madre) pero no hubo suerte.

En fin, fue un bonito día en Wimbledon. Supongo que os alegráis por mí, y que la envidia no os corroe por dentro a ninguno. Sois gente maravillosa, porque a mí me corroería, porque fue una auténtica pasada y me lo pasé de muerte. Pero qué majos sois que os alegráis por mí. Como también soy majete y me acordé mucho de vosotros (en general), me tomé un Pimm’s y brindé a vuestra salud.



PD: Estamos trazando un maléfico plan para ir a ver la final. Pero sólo en el caso de que sea Nadal-Federer. Seguiremos informando.

domingo, 26 de junio de 2011

Speakers' Corner

Un sitio muy pintoresco de esta ciudad es el Speakers' Corner de Hyde Park. Hyde Park es el gran parque del centro de Londres. Tiene una extensión de 140 hectáreas, unas 8 veces más que el Parc de la Ciutadella de Barcelona ó 4 veces más que el Parque Grande de Zaragoza (cómo cuido a mi público). Es enorme, vamos.

En la esquina noreste del parque hay un par de sitios de referencia turística. El primero es Marble Arch.



Marble Arch significa, literalmente, "arco de mármol". Y doy fe de que sí: es un arco, y es de mármol (y del bueno). El que le puso el nombre al monumento se lo curró mogollón.

Pero no es de Marble Arch de lo que quería hablar, sino de un punto de Hyde Park que hay justo al lado. Se trata del Speakers' Corner, o el "rincón de los oradores".



Es un lugar al que cualquier persona puede ir, y ponerse a soltar un discurso a quien le quiera escuchar. Los hay que son como La 2, y se dirigen a inmensa minoría:



Y otros consiguen reunir a un montón de curiosos:



Grabé un el discurso de este tipo durante un minuto:





Venía a hablar de la pérdida de valores de la sociedad y tal ... Hacia el final aparece otro hombre, que se pone a gritar y tal. Pues bien, este señor se montó a un taburete, y empezó a soltar su propio discurso ahí en medio. No me diréis que no es curioso. ¡Están locos, estos ingleses!

miércoles, 22 de junio de 2011

¿De dónde vienen los niños?

- De París, supongo. Al menos eso se ha dicho siempre.

- Ya, claro. ¿Y los vídeos? ¿Ya sabe usted de dónde vienen los vídeos?

- Aaah, me pregunta por el trabajo. Qué bien traído, es usted muy astuto. Pues en ello ando, caballero.

- Cuénteme, cuénteme sus progresos.

- Pues estos días he estado mirando qué información puedo aprovechar para averiguar dónde fueron grabados los vídeos. Para empezar, he hecho un análisis del idioma en que están escritos el título, la descripción y los comentarios de cada vídeo.

- ¿A qué se refiere?

- Sí, mire por ejemplo este vídeo elegido al azar. Como ve, el vídeo suele tener un título (en este caso "Viaje por MADRID de Jon Urbieta"), una descripción ("Viaje realizado en el puente de Diciembre") y una serie de comentarios hechos por otros usuarios.

- Ya veo.

- La idea en la que ando trabajando es averiguar si el idioma en el que está escrito ese texto me da una pista de dónde está grabado el vídeo.

- Mmmm ... astuto, taimado, diría. Pero oiga, el tal Jontxu que ha colgado el vídeo este de Madrid, puede irse a Tailandia y colgar otro vídeo grabado allí, y escribirlo todo en castellano, con lo que su teoría se va al garete.

- Cierto, por eso le digo que es un análisis, puede que sirva o puede que no. Se trata de averiguarlo, como un primer paso.

- Pero oiga, ¿no es un coñazo tener que leerse todos los textos que acompañan a los vídeos estos?

- Sí, lo es, pero no lo hago yo, sino el ordenador. Recuerde que se trata de diseñar un sistema automático. Ahora mismo dispongo de todo el texto de un montón de vídeos, obtenido automáticamente sin ningún esfuerzo por mi parte.

- Es que ustedes los jóvenes, lo que quieren.

- Ya le digo.

- ¿Y cómo averigua en qué idioma está el texto?

- Pues de una manera muy sencilla. Seguramente no es la mejor, pero funciona razonablemente bien.

- Cuente, que me tiene sobre ascuas.

- Mire, de momento intento distinguir entre seis idiomas: español, inglés, francés, alemán, portugués e italiano. Lo que hago es ... mire, casi mejor no se lo cuento, no sea que me lean los de Google y me roben la idea.

- Hace bien, hombre prevenido vale por dos.

- Resumiendo, que he detectado en qué idioma está escrito el texto de cada vídeo, y luego he mirado en qué parte del planeta están grabados los vídeos cuyo texto está en cada uno de los seis idiomas que le digo.

- Ahá. ¿Y?

- Pues mire, en este mapa pongo una crucecita en cada punto de la Tierra donde hay un vídeo "en inglés":



- Caramba, están por todo el mundo.

- Exacto. Eso quiere decir que el hecho de que un vídeo sea en inglés no indica que esté grabado en una zona geográfica concreta. Para el español pasa algo parecido.

- Curioso.

- Pero mire qué pasa con el alemán:



- Oh, están casi todos los vídeos en una zona muy limitada.

- Ahí, ahí. La idea es que si detecto que el vídeo está en alemán, puedo tener una primera idea aproximada de la región en la que ha podido ser grabado.

- Interesante.

- Pero ya le digo, es una idea muy preliminar, tendré que hacer más experimentos para averiguar si puede servir para algo o no.

- Caramba, es usted un joven espabilado y de muslos bien torneados.

- ...

lunes, 20 de junio de 2011

¿Proyecto Final de Carrera?

No sé si a todo el mundo le pasa, pero a mí, sí.

Me refiero a lo de las siglas. Cuando veo unas siglas conocidas, no puedo evitar una sensación rara si están fuera de contexto. Me explico.

Quien más quien menos sabrá de mi afición por el grupo U2.

Pues bien, resulta que una de las líneas del metro de Berlín se llama U2. No es un homenaje al grupo, sino que al "metro", en alemán, le llaman "U-Bahn" (abreviatura de "Untergrundbahn", que significa tren subterráneo). Así, todas las líneas del metro de Berlín se llaman "U algo": U1, U2, U3 ...

Cuando estuve en Berlín no podía evitar una sensación rara al ver los carteles de la línea U2, especialmente en la estación de Zoologischer Garten (a los que no sois fans de U2, esto ni flowers, pero no os preocupéis por mi salud mental, lo que digo tiene su sentido).

Pues en Londres me ha pasado otra vez lo de las siglas.

Esta vez ha sido con las siglas PFC. Para mí (y para los que trabajamos en mi uni de Barcelona), PFC siempre ha significado una cosa: Proyecto Final de Carrera.

De toda la vida, oiga. Ni Partido de Focas Coquetas, ni Pusilánime Francontirador Cariñoso. Proyecto Final de Carrera, y punto pelota.

Pues bien, llego a Londres, y me encuentro las siglas PFC bien grandes en los carteles de algunos comercios:





Os podéis imaginar mi extrañeza al ver las siglas de "Proyecto Final de Carrera" al lado del dibujo de un pollo. O a lo mejor no os lo podéis imaginar, y el rarito soy yo. Pero me da igual. El blog es mío y cuento lo que quiero.

¿Y qué significa PFC por estas tierras? Pues nada más y nada menos que "Perfect Fried Chicken", o "pollo frito perfecto".



Y es que estando aquí he comprendido por qué a este país le llaman Reino Unido. Reino porque aquí la que manda, o algo así, es la reina. Y unido porque el pollo les une. Pollo en todos sitios, pollo a todas horas.

Decían que hace siglos una ardilla podía cruzar España de Tarifa a San Sebastián saltando de rama en rama. Ahora va saltando de cliente de ING en cliente de ING.

Yo tengo la teoría de que se puede cruzar el Reino Unido comiendo pollo sin parar: compras unas alitas en un PFC de estos, vas caminando mientras te las comes y cuando te las acabas no tienes que andar más de diez pasos para encontrar otro garito para comprarte una pechuga o unos nuggets. Y así desde Bristol hasta Aberdeen. Si no mueres de un colapso arterial por el camino, claro.

Porque el pollo tiene que comerse frito. Aunque claro, freír pollo no es la peor idea "gastronómica" que se le puede ocurrir a un británico. Para muestra, un botón. Flipante, ¿no? Para que luego digan que tengo manía a esta gente y a su forma de comer ... si es que se lo ganan a pulso, coño.

En fin, una más de mis incontables y estúpidas anécdotas londinenses ...

domingo, 19 de junio de 2011

Elvis está vivo

Me lo dijo un amigo, cuando el sol empezaba a caer.

No, el amigo de Calamaro no mentía. Elvis está vivo, pero no vive en Memphis, sino en el East End londinense. ¡Lo mejor es que todavía actúa en directo! Eso sí, se ha hecho la cirugía estética y tiene un look algo bangladeshí. Para despistar se hace llamar Nasar Elvis.

Elvis está vivo y tengo la foto que lo demuestra:

Bailando salsa

Hoy voy a hablaros de captura de movimiento, en inglés Motion Capture, o MoCap para los amigos.

Un MoCap es un estudio de grabación equipado con un montón de cámaras. El objetivo es grabar los movimientos de una persona, para después utilizarlos para realizar animaciones por ordenador, para películas o videojuegos, por ejemplo. Así es como se logra que los personajes de las películas de animación se muevan de forma natural (pero no me hagáis mucho caso, que no soy un experto en esto).

La universidad en la que trabajo tiene un MoCap. Y esto que digo es cierto tanto en Barcelona como en Londres. En Barcelona tenemos el MoCap más grande del sur de Europa. El de aquí debe de ser el más grande del este de Londres.

Pues bien, el otro día estuvieron grabando en el MoCap para un proyecto que están haciendo. El objetivo es hacer una especie de juego que te enseñe a bailar salsa (?). Y necesitaban voluntarios para grabar sus movimientos.

Por aquí están convencidos de que por ser español se te tiene que dar bien la salsa. Ja! Así fue que mis compañeros me insistieron para que participara en la grabación. No sabían que se lo estaban pidiendo a Robocop.

Y para el MoCap que me fui. Para que las cámaras capten tus movimientos, te ponen un traje especial, con el que pareces un árbol de Navidad. No admito risas:



Las bolitas que brillan se llaman marcadores, y sirven para indicar al sistema de grabación la posición de las distintas partes del cuerpo, y se suelen colocar cerca de las articulaciones.

Un chico muy amable me enseñaba los sencillos pasos de baile que tenía que seguir. Prometo que eran sencillos, pero qué mal se me da, por Dios.



Menudo ridículo, me sentí totalmente como un pato. Creo que mis movimientos servirán para la versión paralímpica del videojuego. Mi arte al servicio de la ciencia.

PD: Para los entendidos en el tema, además de las cámaras habituales en los MoCap, grabaron los movimientos con Kinect. Además, a los bailarines nos pusieron un micrófono, y teníamos que ir contando los pasos de baile que íbamos haciendo (vamos, que fue una captura audiovisual, no sé si es lo habitual, pero ahí lo dejo).

viernes, 17 de junio de 2011

El triángulo de las Bermudas

Mi vida en Londres transcurre en lo que yo llamo el triángulo de las Bermudas. Los vértices de este triángulo son mi casa, el trabajo y el supermercado. Calculo que las probabilidades de encontrarme en alguno uno de estos tres sitios superan el 90%. Me lo paso de puta madre. Especialmente en el supermercado.

Hace dos sábados, cuando llevaba cuatro días en Londres, conseguí salir por primera vez del triángulo de las Bermudas. Salió un día radiante (el mejor con diferencia desde que estoy aquí). Hacía tanto calor que, de haberlas tenido (se quedaron todas en Barcelona), me hubiese puesto bermudas para salir del triángulo de las ídem (lo sé, este chiste era fácil pero no lo he podido evitar).

Así que decidí pasear. Pero no un paseíto cualquiera, no. A lo bestia. A patita hasta el centro de Londres. Lo acabo de mirar en Google Maps, y son 6 km. Y otros tantos de vuelta.

Una de las cosas que me gustan de las ciudades con río es caminar por la ribera del mismo (para quien esté algo despistado, la ciudad de Londres es atravesada por el río Támesis de oeste a este). Y aquí han ido habilitando tramos para pasear. Y a eso me puse, como un campeón.

Vivo a un cuarto de hora del Tower Bridge (o Puente de la Torre), que es este puente tan famoso:



Aunque probablemente es el puente más famoso de todo Londres, no debemos confundirlo con el Puente de Londres (London Bridge); ese es otro, bastante más modesto (por no llamarlo feo de narices):





Volviendo al Tower Bridge, éste debe su nombre a que está situado justo al lado de la Torre de Londres (Tower of London), que es donde antiguamente los reyes de Inglaterra solían encarcelar a sus enemigos. Actualmente, en la Torre de Londres se exhiben las joyas de la Corona (y no me refiero a ese gran programa presentado por la aún más grande Carmen Lomana).



Justo al lado del Tower Bridge descubrí un rincón muy chulo: los Saint Katherine Docks (los muelles de Sta. Catalina). Para que os hagáis una idea, es como tener un puerto deportivo en el patio de manzana de tu casa. El puerto está rodeado de restaurantes, todo bastante “posh” (pijito, de nivel).





Por cierto, el estilo toledano se impone. A la puerta de un restaurante temático medieval de los Docks tenían esto:



705 millas para ver una buena armadura ...

Al otro lado del Tower Bridge está el ayuntamiento de Londres, que es este edificio de cristal en forma de huevo.



Cuentan que cuando lo inauguraron, el alcalde de Londres llamó al entonces alcalde de Barcelona (un señor con el pelo blanco, que luego fue embajador y tal) y le dijo "¡Ya tengo el huevo de cristal!", y el otro le respondió "¡Y yo el cerebro de corchopán!". No sé si es verdad.

Al lado de la Torre de Londres hay bastantes garitos de comida rápida. En uno de ellos tenían colgado este cartel.



Y una idea empezó a germinar en mi cabecita. Seguí caminando hacia el centro de Londres.

Esta es la primera sede de una empresa española que me encontré en Londres. ¡Qué casualidad, un banco!




Siguiendo por la ribera del río se empiezan a encontrar barcos amarrados que están habilitados como restaurantes y bares. Uno de ellos me hizo especial gracia, básicamente por el nombre:



Creo recordar que estaban especializados en comida española, pero no estoy muy seguro.

Cuando empiezas a ver el London Eye (literalmente, el Ojo de Londres) sabes que ya estás casi en el centro de la ciudad.



Por cierto, el nombre completo de esta noria es EDF Energy London Eye, es decir, la noria está “patrocinada” por EDF Energy, que como la Endesa de aquí. Es curioso esto de esponsorizar las atracciones turísticas. No sé, igual dentro de poco vemos la Movistar Sagrada Familia, quién sabe.

Por esa zona hay un monumento conmemorativo de la batalla de Inglaterra, de la 2ª Guerra Mundial. Es una especie de mural en 3D, mola mucho:





En la foto de abajo se lee una frase de Winston Churchill: "En la historia de los conflictos de la Humanidad, nunca tantos debieron tanto a tan pocos". La frase se refiere a los sacrificios que hicieron los pilotos de la fuerza aérea británica (la RAF) durante la batalla de Inglaterra contra las fuerzas aéreas de la Alemania nazi (la Luftwaffe). Por lo visto, los efectivos de la RAF eran mucho menos numerosos, y a menudo volaban en condiciones muy precarias. Pero pese a todo, lograron contener a los alemanes. Si no lo hubiesen logrado, a lo mejor ahora todos nos estaríamos alimentando de salchichas y col fermentada. O llevaríamos un pijama de rayas.

Esta gente lleva muy por bandera lo de las dos Guerras Mundiales. Es muy fácil encontrar monumentos conmemorativos de tal o cual batalla, o de homenaje a tal o cual brigada del ejército ...

Y un poquito más para adelante, el Big Ben y las Houses of Parliament, sede del parlamento británico. ¡El Big Ben, Lucía!



Por cierto, que aquí también hay indignados. Pero creo que aquí están permanentemente indignados, siempre que he pasado por esta zona hay gente acampada.



A esa hora ya empezaba a tener un hambre de morirme, y una sed de no te menees. Así que, siguiendo la idea que antes había tenido, me puse a buscar un típico pub inglés para comer. Mi intención era probar lo que es uno de los platos más insignes de la reputadísima cocina británica: el fish’n’chips (pescado con patatas fritas, el colmo de la sofisticación).

He estado bastantes veces en Inglaterra (de hecho, creo que es el país extranjero en el que he pasado más tiempo, aparte de España, claro). Esta ha sido fina, a ver quién la ha pillado. Pues eso, que todavía no había probado el fish’n’chips. ¡Cómo se puede tolerar eso!

Así que, cerca de Downing Street (donde vive el primer ministro, David Cameron of the Island) encontré el The Clarence Pub, y allí que me metí.



Tuve suerte de encontrar mesa, y pedí lo que más ansiaba: ¡una pinta de cerveza! (ya os he dicho que estaba muerto de sed). Y el fish’n’chips, claro. Y siguiendo la costumbre de fotografiar comida de mi buena amiga Rosa, voilà:



Sí, cuando llegó la comida ya le había dado un tiento a la birra.

Qué queréis que os diga. Como el gazpacho del súper. Una y no más. El pescado en sí era bacalao. Pero no sabía a nada. El rebozado, tipo gabardina de Los Espumosos (a los que no sois de Zaragoza, esto ni flowers). Lo que hay en el tarrito blanco era salsa tártara. Las patatas estaban ricas, pero joder, son patatas fritas. Ni un inglés las podría hacer mal. Y los guisantes ahí los veis, más tristes que un torero al otro lado del telón de acero (qué antigua se ha quedado la letra de esta canción de Sabina, especialmente esta parte). Además, todos iguales, redondos y verdes, como las lentejas, qué rabia, ¿¿eh Santi?? ;-)

Eso sí, no dejé nada en el plato, menudo soy yo. Además, no fue nada barato, creo que pagué unos 20€ en total (hay que decir que es un pub super guay, en pleno centro de Londres).

Como hacía buena tarde y estaba cerquita, decidí ir a revolcarme en la hierba de St James’s Park, uno de los grandes parques de Londres (aunque probablemente uno de los más pequeños de los grandes parques de Londres). Está muy cerca de Buckingham Palace, donde reside Su Graciosa Majestad (te partes el culo con ella, es como los dos Morancos en una misma persona).

El parque estaba hasta arriba de peña. Todos tomando el sol como cangrejos. Después de llevar aquí quince días y de no haber tenido otro día entero soleado, les entiendo perfectamente.



Tomando el sol como cangrejos y bebiendo. Champán, cerveza, vino, lo que sea. Pero bebiendo. A las cuatro de la tarde. Este país tiene un problema con el alcohol, pero de eso ya hablaré otro día.

Fue curioso ver una especie de celebración de bautizo que estaba haciendo un grupo de gente en el parque, con sus tumbonas, sus manteles, su bebé disfrazado (pobre criatura, cómo la llevaban), todos con sus americanas y sus sombreritos de paja ... So British. Parecía una típica escena de comedia británica, sólo faltaba Hugh Grant poniendo cara de gilipollas.

Y de ahí, de vuelta al triángulo de las Bermudas.