Es lo mejor para poder crecer

Los que me conocéis sabéis que me gusta comer. Un poquito.

Los británicos deben ser los reyes de la comida preparada (aunque supongo que los americanos no les van a la zaga). Cerquita de casa tengo un supermercado enorme, y la variedad de comida preparada es bestial. Y ya sabéis que tengo cierta debilidad por este tipo de comida.

Y es que la comida preparada no es comida. Es magia. Abres una caja con lo que parecen restos de un holocausto nuclear, y a los 5 minutos tienes un plato lleno de comida humeante que dice “cómeme”. Lo que digo, pura magia.

Todavía recuerdo esos banquetes a base de ravioli, pasta a la parmesana y salchichas de Frankfurt que nos dábamos en la resi cuando era joven… No sé cómo no nos poníamos malos.

A lo que iba. Os podéis imaginar que un hombre solo, en una ciudad desconocida, sin una mujer en casa que le prepare sus platos preferidos (uy, me pitan los oídos)… vamos, que soy carne de cañón para la comida preparada.

Hoy empiezo con un menú multicultural. De entrante, ¡gazpacho!




Lo vi y no me pude resistir. Bueno, digamos que es la versión británica del gazpacho. Nótese que en el envase pone que se puede tomar frío o caliente, lo que da una idea del nivel del asunto.

Una vez en el plato:



Es una cosa bastante más espesa que el gazpacho de verdad, con algunos tropezones de cebolla y pimiento. Echándole un poco de imaginación te da la impresión de que comes gazpacho. Pero una y no más, Santo Tomás.

De plato principal, nos tiramos al rollo indio. Samosas de verduras (una especie de empanadillas), arroz con pollo de Madras no sé qué y naan (el equivalente indio del pan). Antes:



Y despúes:



¡Estaba rico! Aunque supongo que un indio diría lo mismo que he dicho yo del gazpacho, claro… Otro día, más.

PD: Mamá, como bien, ¿eh? Estas guarradas las como una vez por semana, no más…