El sábado pasado se dio en Oxford otro de estos cruentos enfrentamientos que marcan el devenir de la Historia: el menda contra ... ¡la barrita de Mars frita!
Sí amigos, después de varios meses en este bonito país, llegó el momento de enfrentarme a una de las cumbres de la british cuisine. Un duelo a muerte: o la barrita de Mars o yo. Sólo podía quedar uno. Y como, que se sepa, las barritas de Mars no saben teclear, os podéis imaginar quién fue el vencedor.
Quiso el azar que, después de buscar infructuosamente a lo largo y ancho de este país, el único fish'n'chips en que encontré que freían barritas de Mars estaba en Oxford, a unos pocos pasos de la casa de mi santa esposa. Se llama Posh Fish!
La barrita acudió a la cita con sus mejores galas:
Con sumo cuidado la saqué de su bolsa, momento en el que pude percibir ese delicioso aroma a pescado frito que destilaba. Pero eso no fue suficiente para arredrarme. Sin más dilación, la coloqué sobre el plato reglamentario, y me dispuse a atacar.
Inicié mi ataque con un mandoble que seccionó transversalmente a mi archienemiga, lo que reveló su interior:
Ahí estaba, entre dos crujientes capas de pestilente y aceitoso rebozado, en sucesivos niveles: chocolate, galleta, caramelo y chocolate otra vez.
Y que queréis que os diga ... ¡el Mars está mejor frito que "crudo"! ¡Gran invento! Eso sí, perfecto para morir joven y dejar un seboso cadáver ... Una y no más.
Consciente de la trascendencia del momento, quise dejar evidencias gráficas del instante culminante en que se consumó mi victoria:
Y ... ¡ñam!
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