Dice la sabiduría popular que para vivir 100 años hay que desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un mendigo. Aquí desayunan como reyes, ya te digo. Los reyes del colesterol: huevo frito (revuelto, si pides la versión light), salchichas, tomate asado, champiñones, bacon y judías con salsa de tomate. Yo, las judías, nanay, o sea que comenzaba el día con algo así:

Antes de esto, claro, me había tomado mis cereales, y después venían las tostadas con mantequilla y mermelada, cómo no. El dicho dice "como un rey", y ya sabéis que soy muy aplicado. Mi santa esposa se hartó del English breakfast a los dos días, pero yo lo llevé bastante bien. Me lo llevé a la altura de la cintura y en forma de michelín, concretamente.
Así pues, con fuerzas renovadas, esa mañana visitamos Salisbury. Es una ciudad pequeñita pero bastante maja, muy tranquila pese a que era día de mercado.
Esta ciudad es famosa por su la catedral. Tal y como dice la famosa jota inglesa (o "jey"), "Si vas a Salisburyyy, pregunta por la catedraaal...". Es la catedral del siglo XIII mejor conservada de las que quedan en Inglaterra (o eso dicen). De muestra, varios botones:
En esta catedral hay varias cosas curiosas que merece la pena ver. Por ejemplo, el reloj medieval en funcionamiento más antiguo del mundo (sólo da las horas, su precisión también es medieval):
En la Sala Capitular de la catedral se guarda uno de los cuatro ejemplares que quedan de la Magna Carta, que es un documento que el rey Juan Sin Tierra redactó para regular sus relaciones con los nobles y sus súbditos. Según nos dijeron, algunos pasajes de este documento sirvieron de inspiración para redactar partes de la Declaración de los Derechos Humanos o la Constitución de EEUU, a lo que nosotros respondimos "aaaah".
Nuestro objetivo era salir de Salisbury para ir a Stonehenge, pero en el hotel nos dijeron que hay otro monumento megalítico en los alrededores que merece la pena visitar: Aveburyhenge.
El señor del hotel, muy amable, nos dijo cuál era el camino más bonito para llegar hasta Avebury (la campiña inglesa es francamente bonita, todo muy verde y unos bosques increíbles). Nos dijo que, por el itinerario que nos indicaba, Sting tiene su casa (o una de sus casas), y pensé en pasar por allí para darle las gracias en persona por inspirarme el nombre del blog.
Pero Luis Moya tenía otros planes y fuimos por otra ruta, algo más enrevesada pero igual de bonita (o más). Por el camino nos paramos en Silbury Hill, que es una colina artificial que data de la época neolítica. Aún se desconoce para qué hicieron esta colina, pero mide 37 metros de altura, o sea que ganas le pusieron.
Unas millas más para allá se encuentra Aveburyhenge.
Quienes le sacan más partido son las ovejas, que aprovechan los megalitos para rascarse la chepa.
El círculo megalítico de Aveburyhenge es enorme (de hecho, el pueblo de Avebury está dentro del círculo), aunque está algo incompleto, pero merece la pena acercarse a verlo. Y desde luego, está mucho menos saturado de turistas que Stonehenge, nuestra siguiente parada en el camino.
Hay una cosa de este país que no termino de entender (una más, quiero decir). Para entrar al British Museum, a la National Gallery, a la Tate Gallery, a la Tate Modern ... museos de primera división mundial, no hay que pagar. Pero para ver cuatro piedras en medio de un prado (me refiero a Stonehenge), tacatá, 7 libras y media por barba. Para el que no lo tenga claro, Stonehenge es esto:
No sé, entiendo que para conseguir las obras de arte que hay en esos museos, el estado británico tendrá que ir a subastas, pujar, pagar ... (me refiero a lo que no es robado). Pues todo eso lo ves gratis. En cambio, resulta que se encuentran unas piedras en medio del campo, le ponen una verja alrededor, y ¡hala! a cobrar. En fin.
Mis sentimientos respecto a Stonehenge son encontrados (Dios, qué prosa tan refinada). Era un lugar que tenía muchas ganas de visitar, por todo lo que tiene de mítico y la cantidad de preguntas sin respuesta que hay alrededor suyo. ¿Es un lugar mágico? ¿Es obra de los extraterrestres? ¿Les entra agua en los ojos a los peces?
La primera sensación que tuve fue un poco de decepción. En primer lugar, me lo imaginaba más grande; sé que es un argumento penosete, pero es así. Y en segundo lugar, el hecho de que haya a escasos 300 metros una carretera cargada de tráfico, digamos que le quita misticismo al lugar.
Pero a medida que vas rodeando el círculo (hay un camino convenientemente señalizado para que el rebaño, digo, los turistas, vean el monumento desde todos los ángulos y se larguen para que entren más), vas notando que, caramba, el sitio tiene algo. Vaya, que me acabó gustando y creo que merece la pena ir. También te digo que se puede ver sin pagar, desde fuera de la verja, pero te pierdes la gracia de rodearlo y verlo desde distintos ángulos.
Una vez superado este hito en el camino, pusimos camino a Cornualles, que es la punta suroeste de Inglaterra. Esa noche dormíamos en Penryn, un pequeño pueblo costero.
Por la mañana, mientras visitábamos Salisbury, me llamó la dueña del bed&breakfast donde nos alojábamos esa noche, para decirme que era su cumpleaños y que se iba a cenar por ahí con su marido. Que dejaba la casa abierta y nos dejaba las llaves en el comedor. Como os podéis imaginar, Penryn es un pueblo muuuy tranquilo.
El nombre del B&B es Bay View (textualmente, "vista de la bahía"). Pero si no era con los ojos de la imaginación, la bahía no la veías por ningún lado. Cosas del marketing, supongo. Eso sí, estaba limpio y era barato. ¡Y con English breakfast al día siguiente!
Esa noche bajamos al pueblo a cenar (el B&B estaba un poco a las afueras). Ante la escasa oferta, fuimos a uno de los pubs locales (o tal vez el pub local), donde dimos cuenta de un buen fish&chips y de una jacket potato. Lamentablemente, no existen pruebas gráficas del evento.
No deben estar muy habituados a recibir turistas extranjeros en Penryn. La sensación de que todos los lugareños que estaban sentados en la barra del pub te miran como pensando "¿De dónde habrá salido este guiri?" así lo sugería. En cualquier caso, si buscas emociones fuertes, Penryn no es el lugar más adecuado. Pero al menos nos pudimos echar un billar después de la cena (y como buen caballero, disimuladamente me dejé derrotar).
En fin, ya estábamos en Cornualles, el nuevo coche se comportaba con normalidad y ya no había quien nos parase.
2 comentarios:
Lástima no tener foto de la patata asada.... qué llevaba????
Pues esta la cogimos de bacon y queso; creo recordar que también llevaba beans, pero les dijimos que no le pusieran ... Más adelante colgaré una foto de una patata que compramos en Oxford, que esa sí que estaba rica, rica!
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